Un rincón especial

Si alguna vez te das una vuelta por Comillas, en la costa occidental de Cantabria, hay una joya que a veces pasa desapercibida entre playas, palacios y miradores. Pero si preguntas a alguien de aquí te dirá que El Capricho de Gaudí no solo es uno de los edificios más bonitos del pueblo, sino uno de los más curiosos de toda España. Además este año 2025 celebra su 140 aniversario y ofrece visitas especiales.
El Capricho de Gaudí no es una parada turística más, es un lugar para descubrir con calma. Nosotros solemos ir bastante, preferiblemente en invierno, cuándo hay poca gente y se respira tranquilidad. Cada vez que vamos —y te aseguro que lo hemos visto muchas veces— encontramos un detalle nuevo. Una reja que parece una planta trepadora, una moldura escondida, un reflejo de luz que cambia según la hora… Es de esas obras que te recuerdan que la arquitectura también es poesía.
Sabías que Gaudí construyó una maravilla en Comillas sin pisar el pueblo?
Lo primero que sorprende es que este edificio tan colorido, lleno de girasoles de cerámica y detalles imposibles, fue diseñado por el mismísimo Antoni Gaudí cuando aún no era el arquitecto estrella de Barcelona. Tenía solo 31 años cuando recibió el encargo de construir esta residencia de verano para Máximo Díaz de Quijano, un indiano cántabro con dinero, buen gusto y afición por la música y la botánica.
¿Y sabes qué es lo más loco? Que Gaudí nunca puso un pie en Comillas. Hizo los planos en Barcelona y mandó a su colaborador Cristóbal Cascante a supervisarlo todo. Aun así, El Capricho tiene toda su esencia: fantasía, formas orgánicas, luz natural, azulejos, forja y un diseño pensado al milímetro. La casa está orientada para seguir el recorrido del sol durante el día, como si fuera una planta viva. Y en cierto modo, lo es.





Detalles que te dejarán con la boca abierta
La fachada, por supuesto, es lo primero que atrapa. Está decorada con azulejos en forma de girasol, que no son solo adorno: simbolizan la conexión del edificio con la naturaleza y el movimiento del sol. El propio nombre del edificio, “capricho”, hace referencia a esas obras artísticas que se salen de la norma, que son espontáneas, diferentes. Como esta casa.





En el interior hay detalles deliciosos: ventanas que se abren en distintas posiciones para jugar con la luz y el aire, bancos que se adaptan a la forma del cuerpo, motivos vegetales tallados en madera y hasta un salón octogonal pensado para la música. No en vano, Díaz de Quijano era pianista aficionado, y Gaudí diseñó la acústica pensando en él.






El invernadero de El Capricho de Gaudí
El invernadero formaba parte de la construcción y tenía la función de cultivar plantas exóticas y ornamentales, aprovechando al máximo la luz solar gracias a sus ventanales orientados estratégicamente. Como en muchas de las obras de Gaudí, se observa una fuerte inspiración en la naturaleza, con detalles decorativos que imitan formas vegetales y un uso creativo de materiales como el hierro forjado y la cerámica vidriada.
Aunque es menos conocido que otras obras del arquitecto, el invernadero de El Capricho refleja ya la genialidad e innovación que caracterizarían toda su carrera.






La historia que casi se pierde
Después de la muerte de su dueño, El Capricho pasó por mil manos y no todas lo cuidaron como merecía. Fue restaurante durante años —sí, podías cenar en la casa de Gaudí, aunque muchos no sabían ni quién la había diseñado— y hasta estuvo a punto de arruinarse. Por suerte, en 2009 se rehabilitó por completo y hoy funciona como museo, abierto al público durante todo el año.

¿Cómo visitarlo? Te lo contamos:
Ubicación: Barrio de Sobrellano, s/n 39520 Comillas, Cantabria.
Está al final del barrio del Sobrellano, muy cerquita del Palacio de Sobrellano y la Universidad Pontificia. Puedes dejar el coche en el parking del pueblo (el grande de entrada) y darte un paseo hasta allí. Son 10 minutos andando cuesta abajo, y con vistas.
Horarios: Abre todos los días del año (sí, incluso en invierno), aunque el horario cambia según la temporada. En verano suelen abrir de 10:30 a 21:00, pero lo mejor es consultar su web oficial antes de venir.
Entradas: Hay varias modalidades y cuestan entre 5 y 15 €, dependiendo de si eres estudiante, jubilado o vienes en grupo. Los menores de 6 años entran gratis, y hay visitas guiadas que realmente valen la pena si quieres entender todos los guiños de Gaudí. Si vas en temporada alta es imprescindible reservarlas a través de su pagina web. https://www.elcaprichodegaudi.com/
Consejo: Evita los fines de semana de julio y agosto si puedes. Hay bastante gente y se pierde un poco la magia. Si vienes entre semana, o en primavera u otoño, casi puedes tenerlo para ti solo. Además, hay bancos en el jardín donde puedes sentarte con un helado o un libro y dejar que la arquitectura te hable (sí, aquí las casas hablan).
Sorpresa final: Atento al final si haces la visita guiada, te va a dar un dato que te dejará sorprendido y te dejará el corazón un poquito triste y encogido. ¡Pero así es la vida!


Así que si te dejas caer por Comillas, ya sabes: visita la playa, come un buen cocido montañés, saluda a los lugareños… pero guarda una hora, al menos, para pasearte por este capricho del genio Gaudí. Porque aunque él nunca vino, dejó aquí una parte de su alma. Y se nota.